jueves, 29 de octubre de 2015

Ideas falsas sobre la alimentación

La conducta alimentaria del ser humano está influenciada por una serie de mitos y simbolismos de todo tipo.
Estos pueden facilitar o conducir a errores que pueden ser perjudiciales para la salud. Vamos a enumerar algunos de ellos, quizás los más difundidos. 



El aceite de oliva engorda más que el de girasol

Todos los aceites, sea cual sea su procedencia, tienen las mismas calorías, es decir, el mismo valor energético. La procedencia del aceite definirá, entre otras cosas, su contenido en ácidos grasos. Asimismo, el hecho de que un aceite sea virgen, fino, crudo o cocido tampoco varía su valor calórico. El aceite es un producto muy saludable, pero a su vez es el alimento más energético; por ello, su reducción debe ser importante a la hora de programar una dieta baja en energía. De poco sirve seguir una dieta rica en verduras y ensaladas si no se controla eficazmente la cantidad de aceite con la que se aderezan estos platos.

La margarina engorda menos que la mantequilla

Ambas grasas tienen, prácticamente, el mismo valor calórico. Lo único que varía es la procedencia de la grasa con la que se han elaborado. La margarina 100% vegetal tiene su procedencia en las grasas vegetales, en los aceites de semillas, concretamente. Por su parte, la mantequilla es el resultado de la grasa de la leche emulsionada. Ambos alimentos deberían utilizarse con moderación dado su elevado valor energético así como su contenido en grasas saturadas. 



La leche descremada alimenta menos que la leche entera

La leche descremada tiene la misma cantidad de calcio, proteínas e hidratos de carbono que la leche entera. Lo único que tiene en menor cantidad es la grasa y las vitaminas liposolubles que acompañan a dicha grasa. En una alimentación variada, este tipo de grasa y vitaminas son aportadas en cantidades adecuadas por otros alimentos de uso habitual. Cada vez son más las marcas comerciales que suplen la falta de vitaminas que la leche pierde al quitarle la porción grasa de su composición, añadiendo a la leche descremada las vitaminas que ha perdido en el proceso de desnatado. A su vez, al quitarle a la leche la grasa, ésta aporta menos calorías. En estos momentos, los organismos responsables de la salud recomiendan el consumo de leche y productos lácteos bajos en grasa, concretamente en la población adulta y anciana. 


El pan engorda mucho

El pan lleva en su composición aproximadamente un 33% de agua, lo que le hace ser un alimento moderadamente calórico. Es, la mayoría de las veces, lo que acompaña al pan (salsas, aceites o mantequillas) lo que ha llevado a decir que el pan engorda mucho. No es el pan en sí, sino los alimentos ricos en grasas, los que le han dado al pan la injustificada fama como alimento muy calórico. Este hecho ha provocado un peligroso descenso del consumo de pan, un alimento completo, muy saludable y relativamente económico, favoreciendo a su vez el aumento de otros productos cuyo consumo debería ser más moderado, como es el caso de la bollería, la pastelería o los alimentos preparados. 


El «bitter» y el «agua tónica» son bebidas recomendadas en las dietas bajas en energía

Estas bebidas, a pesar de su sabor amargo, están cargadas de azúcares por lo que no se pueden considerar, en ningún caso, bebidas ligeras (entre un 10 y un 14% de azúcares). La bebida más ligera o, lo que es lo mismo, la que aporta menos calorías (ninguna) es el agua. 
Las distintas bebidas light que se encuentran en el mercado son muy bajas en calorías pues los azúcares se han sustituido por edulcorantes artificiales que no tienen, prácticamente, valor calórico. 


El limón y la piña como anti-grasa

No existe ningún alimento que de por sí sea «anti-grasa». Todo alimento consumido en exceso puede engordar. En realidad, la cantidad de energía total ingerida a lo largo del día a través de los diferentes alimentos va a ser la que puede favorecer un aumento de peso. Toda energía consumida en exceso, ya sea a través de piña, de verdura, de pasta o de chocolate va a favorecer dicho incremento de peso. Sí es cierto que el limón y la piña son alimentos, por la cantidad de agua y fibra que contienen, muy poco energéticos y a la vez saciantes. 


Los huevos rubios son mucho más alimenticios que los huevos de cáscara blanca

Éste es un tipo de error muy difundido, ya que los huevos rubios se consideran más naturales, nutritivos y poco manipulados que los blancos. Los huevos rubios proceden de una raza determinada de gallinas. El color de la cáscara no varía en absoluto el valor nutritivo de los huevos. 


Los quesos gruyère y emmental se pueden considerar bajos en grasa y, por lo tanto, de régimen

Éste es un error de procedencia desconocida ya que ambos quesos tienen un elevado poder energético, aproximadamente 400 Kcal, por lo que no se les puede considerar ligeros o bajos en grasa. Su contenido calórico es similar al de otros quesos, como el de bola o el manchego semi. 


La carne de cerdo es menos saludable que la carne de ternera o la de pollo

Ésta es una afirmación bastante frecuente, sobre todo en colectivos sensibilizados frente una alimentación saludable, como pueden ser los deportistas o los padres de familia y los responsables de la alimentación infantil. 
La carne de cerdo es un producto rico en proteínas de buen valor biológico, en vitaminas y en minerales. Es una carne blanca, nutritiva, sabrosa y de precio moderado. Su mala fama le viene por la cantidad de grasa que tienen algunas partes del cerdo, como el tocino o la papada, así como por algunos embutidos muy grasos, tales como las morcillas o las sobrasadas. Pero realmente el cerdo tiene partes magras, como son el lomo o la carne magra y también los jamones o los embutidos magros, por lo que la restricción de estos alimentos no está justificada. Como todo, en la variedad está el equilibrio. Dentro de la alimentación y en el apartado de las carnes, el cerdo puede estar presente como producto saludable y autóctono.

Es evidente que hay muchos errores y de lo más variados. Una recomendación es que en relación a la alimentación se dé paso al sentido común y a la lógica. No hay que creer todo lo que se lee, se ve o se oye. No existen alimentos milagro. La alimentación racional y de «toda la vida» será probablemente la que nos conduzca a una alimentación saludable. 
Para el ser humano, la alimentación es un proceso vital para que el organismo funcione lo mejor posible, evitando la fatiga, el desgaste excesivo y favoreciendo el óptimo rendimiento. Para ello no se necesitan alimentos «milagro» o «bebidas explosivas». Se requiere variedad, calidad y cantidad adecuada en la alimentación de cada día; eso sí, siempre aliñada de sentido común, algo de imaginación y, al mismo tiempo, una buena dosis de satisfacción. 
La alimentación saludable debería ser algo agradable y placentero donde la imaginación y la gastronomía fuesen los pilares, junto con unos criterios lógicos y sensatos.

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